Perros que saben contar y loros muy aseados pueblan la comarca
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MARTINA MISER
El perro que sabe contar
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MARTINA MISER
El perro que juega con el canario
No va a ser solo Boiro el que tenga un pájaro parlanchín, aunque Yako, el loro robado y luego devuelto sepa cantar el Ai se eu te pego. Ni va a ser Laxe el único concello gallego capaz de domesticar a un animal libre como un zorro y conseguir que todas las noches vaya a tomarse la chiquita al Salvavidas. Arousa, desde luego, no puede ser menos y tiene también sus mascotas con tics demasiado humanos. Hay de todo. Desde canarios que tienen sometido al supuesto guardián de la casa hasta gaviotas que gustan de servirse el aperitivo al mediodía. Ahí van algunos de los casos más curiosos.
San, el Pitagorín. San es un hermoso Golden retriever de Cambados al que su amo Álvaro, de 13 años, enseñó a contar. El niño le dice: «¡San, dos más dos», y el perro ladra cuatro veces. Increíble pero cierto, y no se trata de un caso aislado, porque Álvaro decidió enseñar a contar a su perro tras conocer a otro can del refugio que también sabía hacerlo
Los juegos de Silva y Jacinto. Silva podría comerse de un bocado a Jacinto, pero ella no lo sabe, por eso permite que él la domine. Silva es una simpática y entrañable perra de Carril a la que le encanta jugar con su canario, Jacinto, que abandona la jaula para darse un garbeo por la cocina y fastidiar si puede a su compañera de juegos. Si el pájaro se pone en actitud agresiva, Silva mete el rabo entre las piernas. Eso sí, las agallas que demuestra ante la perra se esfuman si se le coloca un espejo en su jaula y se ve reflejado. Enfrentarse cuerpo a cuerpo a un igual ya son palabras mayores.
El mirlo parlanchín. Ya se sabe que con el entrenador del Barça no hay término medio, o se le adora o se le odia. Entre los primeros está un mirlo de Carril que se pasa el día repitiendo «Mourinho, Mourinho». Lo cuida como a un hijo Verino Diz, al que el pájaro hace compañía. Se trata de un mirlo de las Indias, conocidP como mirlo imitador, lo que explica su afición a la charlatanería. Su verborrea se puede escuchar en los archivos del Faiado da Memoria. Las necesidades, en el inodoro. Una cambadesa harta de limpiar la jaula del loro le enseñó a hacer sus necesidades en el aseo, y así cada mañana dejaba la jaula y se dirigía al cuarto de baño, como los demás miembros de la familia. Claro, que tanto civismo a punto estuvo de darle un disgusto, porque la mujer se tuvo que ir unos días de viaje y cuando regresó, se encontró la jaula igual de limpia. El loro fue incapaz de defecar dentro. Y algo parecido hace el gato de Olga Costa, la presidenta de la Protectora de Animales de Cambados, que por imitar a sus amos no quiere orinar en la arena ni en el gallinero, como los demás miembros de su especie, sino que lo hace en el cuarto de baño, concretamente en el váter. «Si está la tapa bajada, nos viene a buscar para que se la levantemos», asegura su dueña.
La tortilla de Román. Son muchos los vilagarcianos que todavía no han superado el cierre de la mítica taberna de Román en A Baldosa, y no solo por su terraza o por su compañía, sino también y sobre todo, por su tortilla. Entre los que la lloran figura la gaviota que a menudo iba a picotearla en las mesas.
Las habilidades de las mascotas van a veces más allá de la simple gracia, y hay quien las aprovecha para sacarles partido en beneficio de sus amigos los humanos. Eso es, precisamente, lo que están haciendo en la Protectora de Animales de Cambados. Sabido es que algunos animales tienen un instinto especial para percibir la muerte, pero esa sensibilidad la poseen otros con cierto tipo de enfermedades. Hay perros capaces de detectar el cáncer, sobre todo, el de colon, y otros que, bien entrenados, avisan a sus amos con diabetes de cuándo corren el riesgo de sufrir una bajada de azúcar. En el refugio de Cambados hay ahora once perros a los que se les entrena para desarrollar esas cualidades innatas