sábado, 3 de julio de 2010

"Acariciar a un perro es como meterse en un spa biológico"

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Tengo 55 años. Nací en Montreal y vivo en California. Soy psicólogo pediátrico, y especialista en terapia asistida por animales (TAA). Estoy casado y tengo dos hijos veinteañeros. Tengo dos perros (Magic y PJ),algún lagarto, una cacatúa y otros pájaros. Respeto a todos

Qué puede hacer un animal por mí?

Insuflarle ganas de seguir vivo. ¡Puede darle la vida!

¿Tanto?

Lo sé bien: llevo 30 años aplicando terapias asistidas por animales. La ciencia ya sabe de los efectos salutíferos del contacto con animales.

¿Qué animales?

Yo empleo perros, por las facilidades que dan en entornos urbanos, pero pueden emplearse caballos, burros, gatos, pájaros...

¿Qué clase de pacientes trata así?

Niños y adolescentes con patologías varias.

¿Qué patologías?

Hiperactividad y déficit de atención, autismo, depresión, ansiedad, retraso mental, síndromes obsesivo-compulsivos, mutismo social, síndrome de Tourette...

¿Y todo eso se cura con perros?

Los perros me asisten en la psicoterapia y aceleran los beneficios del tratamiento.

Lo entenderé mejor con un caso real.

Diana era una niña de cinco años. Hablaba en casa, pero cuando salía, enmudecía: jamás había pronunciado una sola palabra en el colegio, en la calle, en casas de parientes...

¿Qué le pasaba?

Era una mudez social, un bloqueo. Sus padres, muy preocupados, me la trajeron a la consulta. Se sentaron, y uno de mis perros adiestrados, Puppy,recostó su cabeza en el regazo de la niña. Yo noté que ella quiso decir algo, pero no pudo...

¿El perro está adiestrado para eso?

Son perros muy cuidados y sensibles, y captan estados de ánimo. Los adiestro yo mismo. Con un gesto imperceptible, hice volver al perro a mi lado. Y le dije a Diana: "Si le dices ´Ven, Puppy´,¡verás como viene!".

¿Lo dijo?

El padre sacudió la cabeza: "¡Diana no hablará aquí!". Pero Diana dijo: "Ven, Puppy".

¡¿Se curó?!

¡Un morro húmedo y un corazón tibio lo consiguieron! Se desbloqueó. No se curó ahí: siguieron cinco largos meses de terapia. Primero logré que Diana hablase conmigo, después con los profesores, después con los compañeros, después con todos...

¿Qué tiene un perro que no tenga un psicólogo?

El niño o adolescente se protege del adulto mediante algún mecanismo de defensa, algún escudo; pero no levanta ese escudo ante el animal: no siente al perro como amenaza, sino como confortable manta de pelos.

Y baja la guardia.

Establece una conexión puramente emocional, directa, amorosa... La ciencia médica no habla de esto, ¡pero ya va siendo hora!

¿La emoción y el amor como medicina?

Yo soy también mago profesional, y uso trucos de magia y juegos de manos: abren una puerta en pacientes míos, niños que a partir de ese momento me aceptan emocionalmente, cooperan en la terapia... y así sanan.

¿Puede la ciencia medir los efectos del contacto con animales?

Muchos estudios constatan que cuando acaricias a un perro desciende tu presión sanguínea, descienden las hormonas marcadoras de estrés y ansiedad, aumentan los neurotransmisores del bienestar...

Déjeme acariciar a este perrito...

Por sus efectos salutíferos, ¡acariciar a un perro es como meterse en un spa biológico!

Bien visto.

Dos días antes de que operasen a mi esposa de cáncer de mama, le regalé un cachorro de golden retriever. Se llama Magic.El vínculo emocional que establecieron ayudó ami mujer a recuperarse: sentir que un perro te quiere y te espera... ¡es un estímulo poderoso para querer vivir!

Sentir que alguien te quiere te da vida.

En el caso de ancianos, que suelen sentirse progresivamente aislados, desconectados, ¡frecuentar a un animal los revitaliza! ¡Incluso ralentiza el alzheimer!: cuidar al perro ayuda a focalizar la atención, y el anciano pasa de ser cuidado a ser cuidador, ¡activo!

Los perros acabarán financiados por la Seguridad Social...

Miles de años de convivencia con humanos han desarrollado en los perros hipersensibilidad para leer nuestro lenguaje no verbal y descifrar nuestros estados de ánimo.

¿Incluso una depresión, por ejemplo?

Sí. Aldrin, adolescente de 14 años, se sentó con sus padres en la consulta: vestía chaqueta militar anchísima, gorra con visera a la altura de los ojos, atenazado por una depresión... Mi perro se tumbó bajo su silla...

¿Y eso?

Interpretó que ese chico necesitaba protección... A los pocos días, él se autolesionó haciéndose cortes en los brazos... Cuando salió del hospital psiquiátrico, Aldrin pidió venir a mi consulta... ¡a ver al perro (no a mí)! Al verle las heridas del brazo, el perro empezó a lamérselas... Aldrin le abrazó, y rompió a llorar...

¿Y qué pasó luego?

Aldrin quiso volver muchas veces, y así yo pude tratarle. Cinco años después era un buen estudiante universitario. Me remitía bellas cartas para el perro. Yo le respondía como si lo hiciese el perro... ¡Mi cartero sabe bien que en mi casa viven perros que mantienen intensa correspondencia!

¿Qué sabe hoy de Aldrin?

Un día se personó en mi consulta, abrazó al perro y dijo: "Tú me curaste, ¡gracias!". Ver esta escena... justifica todo mi trabajo.

¿Cómo se llamaba ese perro?

Heart: corazón.

Fuente: http://www.lavanguardia.es/free/edicionimpresa/20100703/53957399639.html

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