Si alguna vez se ha preguntado qué pago reciben los perros lazarillos, los animales que guían a los ciegos por la calle, por los servicios prestados, quizás es mejor que no lo haga. A estos animales les vendría al pelo el dicho de “además de cornudo, apaleado”: no sólo tienen que vestir un ridículo arnés y olvidarse de paseos en libertad y otras ventajas de la vida perruna; los pobres, además, no son demasiado bien vistos por sus congéneres. La revista Veterinary Record ha puesto número a esta inquietante situación y el resultado pone los pelos de punta. En menos de tres años –de noviembre de 2006 a abril de 2009– y sólo en la ciudad de Londres, se registraron 100 ataques de otros cánidos menos generosos a perros guía.
La investigación publicada en la revista –perteneciente al prestigioso grupo editorial British Medical Journal– revela otros detalles estremecedores, como que los animales son atacados en su mayoría cuando están de servicio, es decir, vestidos con el arnés que usan sus amos para guiarse. Pero quizás lo más tremendo de esta historia es el perfil del abusador del lazarillo: el 46% de las agresiones las protagonizaron perros de las llamadas razas peligrosas, como bull terriers o pit bulls. Esta cifra, ya de por sí elevada, lo parece aún más si se compara con el hecho de que sólo el 6% de las peleas a canes desempleados son protagonizadas por estos matones de cuatro patas. Los autores no especifican el origen de esta última estadística, aunque quizás lo sacaron de otro estudio titulado Epidemiología de intraespecies de mordidas de perros en la República Checa, que citan en las referencias.
Si alguien piensa que es extraño hacer un estudio sobre la cantidad y calidad de las mordeduras entre perros, que no siga leyendo, porque hay más. También en Veterinary Records se puede uno enterar de que los canes con la cola corta son menos propensos a herirse en dicha parte de su anatomía. El estudio no es gratuito y responde a una demanda social: en 2007, el gobierno británico prohibió que a los perros se les cortara el rabo, una práctica habitual en algunas razas que algunos consideraban antiética. A estos últimos va dirigido el estudio, con una muestra que ya desearían para sí muchos trabajos en humanos. La encuesta en la que se basan los resultados se hizo nada más y nada menos que a 138.212 dueños de perros, de los que 281 habían sido atendidos por una herida en la cola. Eso sí, la mayoría de las lesiones eran leves, lo que servirá de argumento a los que pidieron la prohibición del corte.
Fuente: http://blogs.publico.es/libre-2010/2010/08/15/el-perro-filantropo-no-cae-bien-a-los-otros/
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