Extremadura celebra el primer festival para celebrar la llegada de estas apreciadas aves a su territorio "Esta región es una especie de ´Meca´ para los ornitólogos", dice un experto.
7/12/2009Aprendizaje Godfried, guía ornitológico, muestra un manual.
Foto:JAVI CALDERA
Muchos extremeños no lo saben, pero viven en la Meca de los ornitólogos. "Para nosotros, Extremadura es un referente y la mayoría pensamos que hay que venir al menos una vez en la vida", explica Godfried Schreur. Holandés e ingeniero de naturaleza, él no se conformó con una visita y, tras llegar como voluntario de Adenex, se quedó a vivir.
"Me enamoré de la tierra, de sus aves, de su gente y de una chica en particular", comenta. Hoy posee junto con su mujer una empresa vinculada al medio ambiente y colabora como guía con la Sociedad Española de Ornitología (SEO). Como tal, ayer acompañó a una ruta a uno de los grupos que visitó el Parque de la Dehesa de Moheda Alta, en el último día del Festival de la Grullas .
Se trata de una iniciativa de la Junta, que hace por primera vez y que ayer coincidió con el Día de las Grullas , que en los últimos años viene celebrando Adenex. Y es que junto a las muchas otras especies ornitológicas que pueden verse en Extremadura, estos animales un reclamo cada vez más fuerte no solo para turistas, sino también para los propios extremeños.
"Está costando que nos demos cuenta de lo que tenemos, aunque cada vez lo hacemos más", cree Chema Traverso, coordinador de SEO en Badajoz y pionero de la ornitología en España, por la que empezó a interesarse yendo con su padre de caza: "Pero maté una perdiz y decidí que prefería mirarlas". Desde entonces, aparte de hacerlo, intenta transmitir su interés por las aves a los demás, para preservar la riqueza de Extremadura.
Un valor por el cual comparten admiración Esteban Torres y Elsa Marialdo, residentes en Miajadas, a donde se han trasladado después de que Esteban, natural de esta localidad, pasara más de 50 años en Argentina, de donde es su esposa. Ahora no duda en ensalzar los valores de su tierra natal, con la esperanza de que "los extremeños sepamos cuidarlos, para que se nos conozca por ellos y para inculcar el amor por nuestra tierra".
Quien con solo 9 años ya lo tiene es Patrick Kelsey, que nació en la India pero vive ahora en Extremadura (su padre es guía ornitológico en la región) y de la que asegura que le encanta el campo y la naturaleza. Tanto es así que se dice intentar que sus amigos se interesen por el medio ambiente --de hecho, ejerce de ayudante de Godfried en la visita por la Moheda Alta--, si bien a él más que en los pájaros le gustaría especializarse en dinosaurios, como el futuro científico en el que planea convertirse.
Por ahora, Patrick observa con admiración las grullas, que pese a que --como él-- no se esté muy interesado en los pájaros, tienen la capacidad de maravillar a la mayoría de quienes las observan. ¿Por qué? "Por su espectacularidad, ya que es un ave grande (la más alta de las españolas), que se reúne en grandes bandos y tiene una voz muy singular e imponente", explica Javier Prieta, veterinario aficionado a la ornitología y uno de los autores del libro La grulla invernante en España.
Espectáculo visual Una bandada de grullas sobrevuela las cercanías de Navalvillar de Pela.
Foto:JAVI CALDERA
Población en 2007 .
Según el censo de ese año, Extremadura recibe a unos 80.000 ejemplares de grulla común --el 55% de las grullas de España y el 30% de las de Europa--, que se reparten en 11 zonas de invernada. Junto a los fascinados por su espectacularidad, también hay detractores, especialmente agricultores que se quejan de los daños que estos animales producen en sus cosechas, si bien un decreto establece una serie de compensaciones.
No obstante, cada vez son más los que ven en estos animales no solo un valor natural, sino toda una oportunidad de negocio (turístico). Ayer mismo, entre 70 y 80 personas acompañaron a Godfried por la finca de la Moheda Alta para observar aves. Aunque las mejores horas para verlas son las primeras o últimas de luz (cuando van y vuelven de los comederos a los dormideros), algunos se permitían bromear con ilusión: "Vamos, hemos quedado a la una con las grullas".
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