Un perro que desapareció hace diez años en el norte de Virginia está cerca de reunirse con su propietario, en Oklahoma.
Para quienes no estéis muy puestos en geografía estadounidense, me veo en la obligación de deciros que entre ambos puntos hay 2.000 kilómetros de distancia. Mucho para un perro, ¿no? Bueno, bueno... son diez años, pero 2.000 kilómetros... ¿2.000? Son más de 16 kilómetros al mes cada año. Me parece mucho. No me extraña que tenga ese aspecto.
A Brindle lo encontró una niña de ocho años entre unos arbustos en Lawton. La madre y la pequeña llevaron al pobre Brindle, que estaba cerca de la muerte, a un veterinario que revisó la información que llevaba en su chip.
Como ya viene siendo habitual en esta sociedad 2.0, la familia contactó con el propietario, Gary Rowley, a través de Facebook (si los Kelly Hildebrant se enamoraron así, esto era pan comido). Rowley explicó que era Brindle era un perro listo, que sabía abrir puertas.
Todavía se desconocen las causas por las que desapareció (parece obvio, porque el perro no va explicar sus razones). Lo único que sabemos es que Brindle se fue de casa en la Super Bowl de 1999 ("cuerdas fuera, muerte a Dan").
"No estoy enfadado con el perro, pero quiero preguntarle '¿Por qué demonios te fuiste de casa hace diez años?", dice su propietario. Suerte con eso, Rowley. Han pasado muchos años, mucha gente, muchos sitios. Los perros son listos, pero... ¿se acordará de ti?
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